Publicado National Geographic 06/11/2019
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Según la Asociación Nacional de Directores de Funerales
estadounidense, en los últimos cuatro años las incineraciones han superado los
entierros como opción funeraria en Estados Unidos. Por otra parte, algunas
empresas han sugerido formas creativas de utilizar las cenizas de un ser
querido, como convertirlas en un vinilo, crear un arrecife marino con ellas o
comprimirlas para crear diamantes.
La incineración —así como estas formas creativas de
conmemorar a los difuntos— suele promocionarse como una opción más respetuosa
con el medio ambiente que el embalsamamiento y el entierro en ataúd
tradicional. La preocupación por el medio ambiente y los aspectos económicos
podrían ser responsables del aumento de su popularidad.
«Creo que son factores importantes [para] algunas personas»,
afirma Nora Menkin, directora ejecutiva de la People’s Memorial Association de
Seattle, que ayuda a las personas a elegir opciones funerarias.
Aunque es cierto que la incineración es menos perjudicial que
llenar un cuerpo de formaldehido y enterrarlo sobre hormigón, aún existen
efectos medioambientales que hay que tener en cuenta. La incineración necesita
mucho combustible y produce millones de toneladas de emisiones de dióxido de
carbono al año, lo suficiente para que algunos medioambientalistas estén
replanteándose el proceso.
Por ejemplo, la incineración media en Estados Unidos «gasta
casi la misma cantidad de energía y tiene las mismas emisiones que dos
depósitos de gasolina de un coche medio», afirma Menkin.
Piras funerarias más verdes
El impacto particular de una incineración depende de dónde y
cómo se lleve a cabo. En India, los hindúes tienen la antigua tradición de
incinerar a sus parientes en una pira al aire libre. Esta ceremonia exige talar
millones de árboles y la práctica contribuye a la contaminación fluvial y del
aire, ya que la mayor parte de las incineraciones en piras se celebran cerca
del agua.
Desde 1992, la organización sin ánimo de lucro Mokshda Green
Cremation System ha tratado de reducir esta contaminación ofreciendo a las
comunidades acceso a estructuras para ritos funerarios que consumen menos
combustible.
En estas estructuras, la «pira» es una bandeja de metal
calentada con leña. Esta configuración gasta menos tiempo y madera que una pira
tradicional. También es más sencillo pasar de una incineración a otra retirando
la bandeja de metal llena de cenizas y reemplazándola con una nueva que contenga
el próximo cuerpo.
Ahora mismo, hay casi 50 unidades distribuidas por nueve
estados indios. Según Anshul Garg, director de Mokshda Green Cremation System,
una pira de metal puede llevar a cabo unas 45 incineraciones al día. El sistema
también reduce la cantidad de madera usada: de los 400 o 500 kilogramos
necesarios para una cremación convencional a 100 o 150 kilogramos.
«Así que es casi menos de un cuarto de la madera necesaria»,
afirma Garg.
Aunque ha habido resistencia ante este método no tradicional,
Garg afirma que las personas son más receptivas al sistema Mokshda ahora que en
los años 90. Ya se han celebrado más de 150 000 incineraciones en piras Mokshda
en India, lo que ha salvado más de 480 000 árboles, evitado la llegada de unas
60 000 toneladas métricas de ceniza a los ríos y liberado 60 000 toneladas
métricas menos de emisiones de gases de efecto invernadero, según Chitra
Kesarwani, responsable del programa.
Asimismo, Garg afirma que la organización sin ánimo de lucro
ha recibido preguntas de otros países de África y Asia que quieren hacer sus
incineraciones en piras más verdes.
En cambio, en otros países todas las incineraciones se llevan
a cabo en crematorios cerrados. Los grandes problemas medioambientales de este
tipo de incineración son la cantidad de energía que gasta y la cantidad de
emisiones de dióxido de carbono que produce.
Debido a las regulaciones medioambientales regionales, la
mayoría de los crematorios estadounidenses, por ejemplo, tienen sistemas de
limpieza y filtrado, como cámaras posteriores que queman y neutralizan
contaminantes como las emisiones de mercurio de los empastes dentales.
«La mayoría de los sistemas de filtración reducen los metales
y las partículas en suspensión y el óxido nitroso», afirma Paul Seyler, director
del departamento de marketing de Matthews Environmental Solutions, que fabrica
tecnología de cremación.
Sin embargo, estos filtros no neutralizan el CO2 generado por
la incineración, como el gas generado como subproducto de calentar un cuerpo a
650 grados Celsius o más. Matthews estima que una incineración produce una
media de 242,5 kilogramos de dióxido de carbono. Con esta cifra, Seyler estima
que las incineraciones estadounidenses equivalen a casi 360 000 toneladas
métricas de emisiones de CO2 al año.
Regreso a la tierra
Una opción para quienes no quieren gastar tanto combustible
ni generar tanto dióxido de carbono al morir es la hidrólisis alcalina. A veces
se denomina incineración en agua y es una forma de disolver el cuerpo en agua
que aún no ha llegado a España, aunque es legal en algunas partes de Estados
Unidos y Canadá.
La hidrólisis alcalina «tiene casi una décima parte de la
huella de carbono de una incineración convencional. Aunque el proceso exige una
cantidad similar de tiempo, no se necesita tanto calor y es el agua la que hace
la mayor parte del trabajo», afirma Menkin. Asimismo, el proceso libera cero
emisiones del cuerpo.
Al igual que en la incineración, tras la hidrólisis alcalina
quedan restos que las familias pueden guardar en una urna o esparcir en un
lugar especial. El proceso genera mucho líquido orgánico fangoso que tiene
algunos usos prácticos.
«Algunas instalaciones capturan el líquido y se lo llevan
para usarlo en tierras agrícolas; es un fertilizante excelente», afirma Menkin.
«Pero en la mayoría de los casos, acaba en el sistema de alcantarillado
municipal. Y muchos sistemas de alcantarillado lo agradecen, porque contribuye
a la mejor calidad de las aguas residuales».
En el futuro, es probable que existan muchas más alternativas
a la incineración. Este año, el estado de Washington se convirtió el primero de
Estados Unidos en legalizar un tipo de compostaje de cadáveres llamado
reducción orgánica natural o recomposición. A partir de 2020, este proceso
convertirá los cuerpos en tierra útil que amigos y familiares pueden usar o
donar a la región de Puget Sound. En Estados Unidos también es legal elegir el
denominado entierro natural, en el que se permite que el cuerpo se descomponga
bajo tierra sin añadir sustancias químicas, hormigón ni material sintético.
En última instancia, habrá que tener en cuenta muchos
factores a la hora de hacer los preparativos funerarios, como el coste de cada
opción, si se ajusta a las prácticas religiosas o culturales y si está
disponible en una zona determinada. Pero ante el creciente abanico de opciones
funerarias, es cada vez más fácil pasar de las cenizas a las cenizas siendo
respetuosos con el medio ambiente.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en
nationalgeographic.com.
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