Por Luis Zuta Dávila
ANDINA.PE
La carachama es uno de los peces más consumidos por la población de la Amazonía peruana. La pesca intensiva debido a su alta demanda, sumado a la contaminación de ríos y cochas amenazan a esta especie. Ante ello, el Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana (IIAP) desarrolla un proyecto sobre su reproducción artificial y manejo para procurar su aprovechamiento sostenible.
De aspecto poco agradable a
simple vista, este pez prehistórico similar al bagre es protagonista de la
tradicional gastronomía amazónica peruana, sobre todo en el famoso caldo o sopa
de carachama, considerado un suculento potaje reparador de energías. Ello
responde a su extraordinario valor nutricional, dado que contiene proteínas,
vitaminas A, C, E y B12, así como minerales como fósforo, hierro y yodo que lo
convierten en un poderoso aliado en la lucha contra la anemia y la
desnutrición.
Su curioso nombre alude a la
ausencia de costillas y espinas, lo que permite aprovechar al máximo su
deliciosa carne, cuya versatilidad se puede apreciar en guisos, sudados y otros
potajes al vapor. Por ello es preferido entre muchos otros peces y muy
consumido en el ámbito rural de los departamentos de Amazonas, Loreto, San
Martín, Huánuco, Ucayali y Madre de Dios.
Otra de las notables
características de la carachama es que posee, al igual que el paiche -otro
emblemático pez amazónico- una resistente coraza dorsal, conformada por gruesas
escamas unidas de forma compacta como si fueran mosaicos para proteger su
cuerpo, con excepción de la cabeza de forma achatada y triangular que posee a
su vez una especie de casco. A diferencia de otros peces, sus ojos son hundidos
y su boca se encuentra en la parte ventral y posee una especie de ventosa que
le permite adherirse a las rocas en el fondo de los ríos y cochas.
Este recurso hidrobiológico se le
localiza en la cuenca amazónica, principalmente en Perú, Ecuador y Colombia,
donde es uno de los principales sustentos alimenticios de las comunidades
indígenas y rurales.
Proyecto del IIAP
En el año 2015, el Instituto de
Investigaciones de la Amazonía Peruana (IIAP), inició un proyecto para lograr
la reproducción controlada en cautiverio de la carachama en sus variedades
negra y parda, para salvaguardar la especie de la pesca indiscriminada y la
contaminación de los ríos, lagos, lagunas y cochas donde vive este singular pez
selvático.
En la actualidad, el proyecto
está liderado por la bióloga Lizbeth Zuta Pinedo, especializada en acuicultura,
con experiencia en reproducción artificial de peces amazónicos. Ella encabeza
un equipo de investigadores enfocados en el desarrollo de un paquete
tecnológico que permita garantizar el aprovechamiento sostenible de esta
especie que representa la enorme biodiversidad de fauna ictiológica en nuestra
Amazonía.
En diálogo con la Agencia de
Noticias Andina, la investigadora formada en la Universidad Nacional de la
Amazonía Peruana (UNAP), sede Yurimaguas, y con maestría en Gestión Ambiental,
destaca que la carachama posee un gran potencial acuícola que no se
circunscribe solo al ámbito alimentario, sino también a la crianza como especie
ornamental dado su llamativo aspecto.
En el ámbito alimentario, la
carachama destaca no solo por su suave y deliciosa carne, sino también por sus
huevos, de llamativos colores amarillo y naranja, altamente nutritivos y que
pueden ser consumidos como caviar, como se conoce a los huevos del esturión, un
pez originario del este de Europa y el centro de Asia.
Explica que el proyecto del IIAP
tiene tres fases, de las cuales se avanzó dos correspondientes a generar las
condiciones para lograr una reproducción artificial o en un ambiente
controlado, así como el llamado “levante de alevinos”, que significa una
producción masiva de crías de peces que son destinados a la etapa de engorde en
su etapa adulta.
El epicentro del estudio es el
Centro de Investigaciones Carlos Miguel Castañeda Ruiz del IIAP, ubicado en la
localidad de Bello Horizonte, en Banda de Shilcayo, uno de los catorce
distritos que conforman la provincia de San Martín, en la región del mismo
nombre.
Allí se han acondicionado
estanques revestidos con mallas especiales y se han elaborado nidos hechos con
bambú y PVC, de cuatro pulgadas de diámetro cada uno, a fin de facilitar a las
carachamas el depósito de sus huevos. Esta especie en su ámbito natural suele
hacer hoyos que constituyen sus nidos, a una profundidad de 30 centímetros
desde la superficie y con una longitud de 70 centímetros en promedio, espacio
lo suficientemente amplio para desovar miles de huevos.
Carachama negra y parda
Las carachamas adultas en general
pueden llegar a crecer alrededor de 30 centímetros de largo y pesar 300 gramos.
Además, es una especie longeva, dado que vive más que otros peces amazónicos,
refiere la investigadora.
Zuta Pinedo indicó que las
variedades elegidas para la investigación del IIAP son negra y parda, que son
las más comunes entre las 300 variedades existentes. La primera de ellas reside
habitualmente en el fondo de las zonas pantanosas y cochas donde el agua se
mantiene quieta, mientras que la segunda en mención habita en los ríos -donde
hay corriente de agua- y se adhiere a las rocas o restos de árboles presentes
en el cauce.
Además del color que poseen,
estos dos tipos de carachama se diferencian en que la carachama negra tiene el
cuerpo más alargado y delgado, en tanto que la carachama parda tiene un cuerpo
más grueso y menos alargado.
“La carachama negra tiene la
ventaja de reproducirse casi todo el año, mientras que la parda lo hace entre
los meses de setiembre y noviembre”, anotó.
La investigadora destacó que el
proceso de reproducción en cautiverio de las carachamas encontró una rápida
respuesta de los ejemplares extraídos de su hábitat natural en la quebrada de
Pucayacu y que se introdujeron en los estanques artificiales.
Luego de desovar los 3,000
huevos, estos toman entre cinco y seis para convertirse en larvas, en tanto que
transcurren otros seis días para la reabsorción del saco vitelino. Las larvas
se convierten en alevinos o crías de peces al cabo de tres meses. Cuando
alcanzan un tamaño de 17 a 19 centímetros de largo alcanzan la etapa de adultez
y están en condición de producirse, comentó.
La pandemia del covid-19 afectó
la marcha del proyecto, obligando a suspender por varios meses la tercera y
última fase referida a la técnica de engorde de los peces, así como la
preparación del manual de reproducción de alevinos. Con el reinicio de las
actividades, se retomaron los trabajos y se tiene previsto publicar y poner a
disposición el referido manual en el primer trimestre del 2021, adelantó Zuta
Pinedo.
Sin embargo, el conocimiento que
se ha generado en el proceso de reproducción artificial sí se ha transferido al
sector acuícola interesado en la crianza de carachama en varias regiones, tal
como se hizo con los estudios referidos a las especies gamitana, paco y
doncella, peces amazónicos que también poseen gran potencial acuícola.
El potencial de la carachama va
más allá de ser un gran alimento, dado que hasta ahora no se aprovecha su
coraza y escamas, que representan el 60 % del cuerpo del pez, con las que se
pueden elaborar artesanías y productos utilitarios, además de comercializar sus
huevos como “caviar amazónico”, enfatizó.
Fase final del proyecto
La investigadora del IIAP indicó
que al reiniciarse las actividades del proyecto se trabaja en la tercera fase
enfocada en el engorde de los peces, con lo cual culminará la elaboración del
paquete tecnológico que permita constituirse en una alternativa para los
productores acuícolas amazónicos.
Adelantó que para ello se ha
diseñado un alimento balanceado peletizado cuya fórmula contiene un 28 % de
proteína e incorpora insumos como harina de maíz, de soya y de pescado, así
como suplemento vitamínico.
“Una gran ventaja en el proceso de reproducción artificial de la carachama es que esta especie no necesita de un inductor hormonal, como la hipófisis de paiche o de pez carpa, que se utilizan para la reproducción de otros peces amazónicos como la gamitana, el paco y la doncella”, sostuvo.
Con este proyecto, el IIAP se convierte en pionero y referente mundial en el estudio y conocimiento de la carachama, así como en la elaboración de un paquete tecnológico para la reproducción en cautiverio de este pez amazónico cuyo potencial es enorme y que puede contribuir al desarrollo acuícola del Perú.
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