El Premio Nobel de 2017 presenta 'Klara y el sol', una distopía sobre
el transhumanismo.
"Algo cambió en mis libros a
partir de Nunca me abandones (2005). Antes, tendía a representar un mundo
estable, cómodo y bello en el que el conflicto aparecía porque la debilidad de
la naturaleza humana condicionaba a los personajes. Desde entonces, mis historias
suelen tener un trasfondo distópico y angustioso, pero reflejan un contenido
humano optimista».
KazuoIshiguro, premioNobel de
Literatura en 2017, explica así la evolución que lo ha llevado desde Lo que
queda del día hasta su nueva novela, Klara y el sol, recién editada en España
por Anagrama. «Klara y el sol tiene que ver con Nunca me abandones pero sólo lo
supe después de escribirla.Hoy pienso en Nunca me abandones y me parece una
novela un poco triste. Me dan ganas de darle ánimos al hombre que la escribió».
Klara y el sol es muchas cosas a
a vez. Al principio, parece un cuento sobre mascotas infantiles que hablan con
sus dueños. «Las historias georgianas para críos me entusiasman. Siempre me
fascina cómo tratamos de presentar en ellas un mundo amable en el que los niños
se sientan protegidos, pero en el que aparece una pista sobre la oscuridad del mundo»,
explica Ishiguro.
Lo especial de su nueva novela es
que Josie, la niña, está enferma, quizá herida de muerte, y que su mascota es
un robot llamado Klara de aspecto humano y de una inteligencia profunda, alegre
y sin malicia. ¿Tiene Klara sentimientos? Es difícil decirlo. En principio, no.
Carece de orgullo, de miedo y de vanidad, pero no le faltan el apetito, la
compasión ni la empatía.
El núcleo de la narración llega
cuando la enfermedad de Josie se agrava y el lector descubre que su madre
fantasea con que Klara aprenda a pensar, hablar y moverse como su hija y que la
represente después de muerte.
A partir de ese planteamiento, el
cuento infantil se convierte en una distopía dulce en la que caben muchas
cosas. Imágenes sobre el transhumanismo, para empezar. «En el tema genético no
hemos despertado aún. Se han abierto puertas a un mundo muy peligroso en el que
cabe una meritocracia salvaje. Pronto podremos encontrar seres humanos que
objetivamente mejores que otros».
Por ese camino, Klara y el sol también
habla de política, «de la era del big data del que pueden sacar partido
sistemas autoritarios y centralizados» y de los retos inabordables como el de
la destrucción del empleo en todo el mundo. Por eso, el personaje del padre de
Josie en la novela, un ingeniero inteligente y cariñoso que cayó en desgracia
en su trabajo y su matrimonio, se refugia en una comunidad un poco siniestra de
hombres blancos. «Me preocupa más cómo abordaremos el reto del desempleo que el
de la inteligencia artificial».
Pero, en el fondo, en Klara y el
sol pesa más la naturaleza humana. Ishiguro habla de la influencia de las
películas de Yasujiro Ozu, de Robocop y de su madre, que a veces parecía un
robot como Klara, programado para proteger a su hijo. Hace dos años justos que
murió. «Nunca perdió la inocencia, la confianza en lo bueno que hay en la
naturaleza humana».
Foto: Reuters
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