El drama de Carlota Pereda, que se basa en el corto homónimo que ganó el Goya, se estrena en el festival de Sundance y entrelaza la gordofobia con los crímenes de un asesino de chicas
Sara es una adolescente obesa.
Baja a la piscina fluvial de su pueblo extremeño durante el mediodía, cuando
sabe que no se cruzará con nadie, a salvo de las burlas de otras chicas —alguna
incluso antigua amiga—, del escarnio y la mofa por su cuerpo con que la acosan
en cuanto pisa la calle. Pero esa tarde ellas, que esperan instigarla con una
broma salvaje, la están esperando. Ellas, y un desconocido cuyos pasos asesinos
se cruzan para bien y para mal con la vida demolida de Sara. Así arrancaba
Cerdita (2018), el corto con el que Carlota Pereda (Madrid, 47 años) ganó el
Goya en 2019, entre 77 premios en multitud de festivales. Anoche, convertido en
un largo homónimo, se estrenó en el festival de Sundance, en la sección
Midnight. “Por culpa de la ómicron todo lo estamos viviendo a distancia”,
confiesa Pereda, “pero es igual de emocionante, porque los programadores se han
volcado en atenciones virtuales”. Tal vez porque, como define su directora,
“Cerdita es una oda a lo diferente, con una protagonista que no es delgada ni
especialmente buena. Sara es, sencillamente, humana”.
Hace unos años, Pereda también
bajaba a esa piscina en Villanueva de la Vera (Cáceres) a la hora de la siesta
estival. “Dejaba a mi hija, que aún no tenía ni un año, en casa de mi suegra, y
aprovechaba el momento”, recuerda. Solía cruzarse con una chica, y empezó a
pensar si acudía a esa hora porque sufría bullying. “De pequeña cambié de
colegio en varias ocasiones. A veces fui acosada, otras me quedé impasible ante
el acoso a otros por miedo y cobardía”, asegura Pereda. De ese hilo emocional
tiró para escribir Cerdita... aunque no fue tan fácil rodarlo. “Durante dos
años busqué a la actriz protagonista, a una Sara perfecta”, y al final la
encontró en Laura Galán. “Durante aquel rodaje entendí que había más historia,
que el conflicto que sufre ella al final del corto era lo más interesante y
podría ser el primer gran giro dramático del largo. Y ya tenía a Laura, así que
no podía dejarla escapar”, cuenta por teléfono desde Madrid.
En Cerdita, el largo, el
espectador asiste a la construcción dramática del entorno de Sara: su familia
—que regenta una carnicería en la que entran pocos clientes—, los vecinos, las
pandillas crueles de adolescentes... “A veces explicar las cosas supone
demasiado ruido narrativo. Sin embargo, en este caso, ahondar en su profundidad
nos proporcionaba mayor verdad”. Pereda ha desarrollado una pulsión emocional,
una atracción animal entre Sara y el asesino en serie: es un psychokiller, pero
a la vez ha hecho realidad los deseos de venganza de la protagonista. “Me ha
salido un trabajo muy gore, cierto. En cuanto a su relación, hay un juego que
sospecho que cada espectador verá de manera distinta. Existe una fascinación
social por los chicos malos, más aún, por los asesinos en serie, que me
alucina. Ted Bundy y Charles Manson recibían cartas de amor y propuestas de
matrimonio en la cárcel, algo increíble”.
Sara, como protagonista, también
emparenta con otro grupo de personajes muy presentes en el actual audiovisual
español: las adolescentes que encaran la edad adulta, que sienten una llamada
de su sexualidad que descubren y exploran. “Ahí está ese juego, que en mi caso
está llevado al límite. Es una atracción fatal por alguien que sabes que no te
aportará nada bueno”. El actor que encarna a ese desconocido, Richard Holmes,
tiene un aire, eso sí, con tripa, a Woody Harrelson, “que ha encarnado ese
prototipo varias veces”.
Un sufrimiento mundial
Cuando estrenó el corto, Pereda
ya descubrió que el acoso a las adolescentes se vivía igual por todo el mundo,
que la gordofobia impera en todas las sociedades. “Al final, los sufrimientos
como el bullying o la exclusión son universales”, aunque Sara ha sido expulsada
de las relaciones sociales, no ha elegido ella misma la marginación. “Ocurre
mucho en la adolescencia. Con los críos estas cosas no se notan; solo cuando se
crece y se juntan juicios morales o sobre el físico con la necesidad de
destacar estallan estos conflictos. Hoy en día se multiplican por culpa de las
redes sociales”.
Pereda no es una recién llegada.
Lleva años en el audiovisual, como guionista y realizadora de series como
Periodistas; Mis adorables vecinos; Acacias 38; El secreto de Puente Viejo; Los
hombres de Paco; Águila roja; Luna, el misterio de Calenda o B&b, de boca
en boca. En el cine ya llamó la atención con su primer cortometraje, Las rubias
(2016), aunque fue Cerdita el que le proporcionó la lluvia de reconocimientos.
“Con el largo he cambiado de actores, excepto a Laura. La localización
principal, la de la piscina natural de Villanueva de la Vera, se mantiene. Y es
el pueblo. No aparecía en el corto, pero, como escribí ambos guiones allí,
decidí que el largo se rodaría en Villanueva”, recuerda. “Espero que sirva para
transmitir mayor verosimilitud”.
Rodaje de 'Cerdita' en la piscina fluvial de Villanueva de la Vera.JORGE FUEMBUENA |
Fuente: El País
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