Publicado El Pais 13/08/2019
En España hemos pasado unos seis meses sin lluvias y, de
repente, en el plazo de dos semanas, hemos tenido inundaciones superiores a lo
que marcan los registros meteorológicos. El problema no es la intensidad. En
las efemérides de los últimos siglos podemos encontrar fenómenos intensos de
vez en cuando, pero generalmente aislados en el tiempo y en el espacio.
Hoy los fenómenos extremos se repiten cada poco y se
extienden a grandes áreas geográficas. No solo en España, evidentemente, sino
por todo el globo. Por ejemplo, los incendios en California. Con respecto a las
inundaciones recientes en España, la causa es clara. Un exceso de vapor de agua
embalsado entre las cadenas costeras de la cordillera del Atlas en África y las
sierras españolas, e invasiones bruscas de aire frío.
Sobre el planeta circula constantemente una corriente intensa
de aire, a unos 10 km de altura, producida por la diferencia de temperaturas
entre el ecuador y Polo. Esta empuja al aire de sur a norte y la aceleración de
Coriolis lo desvía hacia el este.
El máximo de intensidad de este chorro de aire, el chorro
polar, se sitúa sobre el punto de máximo gradiente de temperatura. En invierno,
con el polo muy frío, solía estar sobre Marruecos. En verano, sobre el
Cantábrico.
Hoy, el cambio climático causado por el ser humano, el más
rápido desde que existe la Tierra, ha calentado el Polo Norte. El máximo
gradiente se ha desplazado hacia el norte, y en verano se encuentra sobre la
latitud de York, en Inglaterra.
El chorro de aire frío no circula mucho sobre España de mayo
a noviembre, y de ahí las sequías. Al disminuir la diferencia de temperaturas
entre ecuador y el Polo Norte, el río de aire, como un río de agua que llega a
la llanura, empieza a hacer grandes meandros. Cuando uno de estos se sitúa
sobre España, inyecta aire muy frío en altura y, en ese momento, se empiezan a
producir los vórtices que dejan lluvias intensas.
El aire frío en altura succiona el aire caliente cargado de
vapor de agua. De nuevo la aceleración de Coriolis hace que el aire, al subir,
forme un vórtice, un torbellino que se autoalimenta mientras haya agua caliente
abajo y aire frío arriba: un minihuracán.
Tuvimos uno de estos meandros del chorro polar hace 15 días.
Fue entonces cuando en Arganda del Rey, en Madrid, se acumuló un metro vertical
de granizo. Tenemos otro meandro intenso desde el 11 de septiembre. Este ha producido
inundaciones en Murcia (donde el Segura está canalizado y suele ir vacío) como
no las ha habido desde el siglo XIX (cuando el río no iba entre murallas).
Seguimos quemando carbono a manos llenas. La energía solar no
despega. La predicción más fácil y segura es que cada año que pase tendremos
fenómenos cada vez más extremos.
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