Publicado 02/11/2019 El País
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Las áreas protegidas cada vez protegen menos. Diseñadas como
refugio para la vida salvaje que va quedando, las distintas actividades humanas
alrededor y directamente en ellas no han dejado de aumentar en los últimos
años. Aunque el incremento de la presión humana es global, un estudio muestra
que en los parques y reservas tropicales la carga es mayor dentro que fuera.
Sin embargo, los conservacionistas insisten en que aún así son esenciales.
Investigadores de la Universidad de Cambridge y el Programa
de Naciones Unidas para el Medio Ambiente han analizado 12.315 áreas terrestres
que cuentan con alguna protección medioambiental (parques nacionales, reservas,
parques naturales...) de 152 países. La cifra representa casi el 82% de toda la
tierra protegida que había en 1995, fecha desde la que parte el estudio. Sobre
ese mapa, plasmaron un índice de presión humana, compuesto por una serie de
indicadores como la densidad de población en la zona, el porcentaje de tierra
dedicada a la agricultura o la contaminación lumínica observada desde el
satélite, como aproximación al grado de urbanización.
El resultado de todo este trabajo, publicado esta semana en
la revista PNAS, muestra que la presión humana no ha dejado de crecer desde
1995. El aumento ha sido global aunque más fuerte en las áreas protegidas
africanas, del sudeste de Asia y América Latina. Sin embargo, hay factores que
modulan esa presión. Por ejemplo, la protección de las zonas de selva o bosque
tiende a ser más efectiva que en otros hábitats, como los de sabana.
En amplias zonas del África
subsahariana los cultivos han subido casi el doble dentro de los parques que
fuera
Aunque la huella humana ha aumentado en la mayoría de las
regiones del planeta, el estudio indica que en las de las regiones tropicales
la amenaza de las actividades humanas ha crecido más en las áreas protegidas
que en otras zonas similares pero no protegidas. Así, en amplias zonas del
África subsahariana los cultivos han subido casi el doble dentro de los parques
que fuera. Y en los manglares africanos, la agricultura ha aumentado un 13% más
en las zonas protegidas. En amplias porciones en torno al Amazonas, los campos
han avanzado un 10% más dentro y, en el sudeste asiático, la diferencia entre
dentro y fuera es del 8%.
"Nuestro trabajo muestra que la agricultura es el factor
principal que hay tras las amenazas sobre las áreas protegidas", dice el
biólogo del Instituto para la Investigación para la Conservación de la
Universidad de Cambridge y coautor del estudio Jonas Geldmann. Pero para que
los agricultores se adentren en los parques debe de haber un problema de
gestión o autoridad que lo permita.
En un correo, Geldmann apunta que las estructuras de gobierno
dependen de "la implicación de las comunidades locales y cuando la
protección proviene de un mandato nacional, sin participación local, estas
estructuras se ven erosionadas". Aunque el trabajo no profundiza en las
causas, el explosivo crecimiento de la población y la corrupción también
estarían influyendo. "Por otros estudios, también sabemos que muchas de
estas reservas disponen de muy poca financiación, lo que agravaría estos
efectos", añade Geldmann.
"Los países pueden cumplir
con los objetivos internacionales de áreas protegidas con solo ampliar el área
dibujando líneas en el mapa. Son lo que llamamos parques de papel"
JAMES
ALLAN, INVESTIGADOR DE LA UNIVERSIDAD DE QUEENSLAND (AUSTRALIA)
Los autores del estudio reconocen que la relativa menor
presión humana sobre las áreas protegidas de Europa o EE UU observada desde
1995 podría deberse a que ya la sufrieron en el pasado. "No es el caso de
Yellowstone y hasta cierto punto de Doñana, que se conservan en un estado
prístino o casi. Pero nuestra muestra incluye muchos sitios de Europa y
Norteamérica que están en situaciones mucho peores", recuerda Geldmann.
"Simplemente, en especial en Europa, tuvimos grandes alteraciones durante
milenios y ahora vemos algunas recuperaciones que partían casi de cero",
añade.
Actualmente el 15% de la tierra del planeta y el 7% de sus
mares están protegidos y el objetivo es llegar al 17% y al 10% en los próximos
años respectivamente. Sin embargo, la realidad es que en 2017, una
investigación estimó que la vegetación estaba en retirada en 122 de los 134
lugares naturales Patrimonio de la Humanidad. El año pasado, un estudio
publicado en Science calculó que al menos un tercio de la superficie con
protección ambiental, unos ocho millones de kilómetros cuadrados, sufrían una
intensa presión humana. Y este mismo año se publicaba que el hábitat disponible
para la biodiversidad se está reduciendo un 10% por década.
"Los países pueden cumplir con los objetivos
internacionales de áreas protegidas con solo ampliar el área dibujando líneas
en el mapa. Son lo que llamamos parques de papel", comenta en un correo el
investigador de la Universidad de Queensland (Australia) James Allan. No
relacionado con el actual estudio, Allan lleva años analizando la teoría y la
práctica de las áreas protegidas. Sobre la investigación, comenta que aporta
más evidencias de que "las áreas protegidas no están siendo bien gestionadas
para lograr sus objetivos".
Como los autores del estudio, Allan señala a la corrupción y
al escaso cumplimiento de las normas como factores que explicarían la peor
situación de las áreas protegidas tropicales. Pero no olvida la precaria situación
socioeconómica de los que se adentran en los parques buscando un sustento. Sin
embargo, como los firmantes del trabajo, cree que las áreas protegidas siguen
siendo esenciales: "necesitamos expandirlas al tiempo que gestionarlas bien”.
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