Durante años, los
científicos alertaron que la selva amazónica estaba en riesgo de degradarse y
transformarse en una zona árida debido al impacto del calentamiento global. Sin
embargo, una larga investigación va en contra de lo pronosticado en una de las
regiones con más árboles del planeta. En lugar de mostrar una disminución, esta
selva tropical revela que todos los árboles, desde los más jóvenes hasta los
más longevos, crecen de manera acelerada.
Contra todo pronóstico: la Amazonía ha comenzado a hacer exactamente todo lo contrario de lo que predijeron los climatólogos.
Durante años, los
científicos alertaron que la selva amazónica estaba en riesgo de degradarse y
transformarse en una zona árida debido al impacto del calentamiento global. Sin
embargo, una larga investigación va en contra de lo pronosticado en una de las
regiones con más árboles del planeta. En lugar de mostrar una disminución, esta
selva tropical revela que todos los árboles, desde los más jóvenes hasta los
más longevos, crecen de manera acelerada.
El hallazgo publicado en Nature Plants, surgió tras la coordinación de cerca de cien investigadores que vigilaron 188 parcelas distribuidas en diferentes puntos de la Amazonía. Entre 1971 y 2015, midieron con precisión la “superficie terrera” de los troncos, un indicador que permite calcular la biomasa acumulada en cada zona. Gracias a este monitoreo se pudo observar la evolución de la selva frente a los cambios climáticos recientes
El
crecimiento de los árboles desafía las leyes de la naturaleza
Los resultados sorprendieron
incluso a los propios especialistas. Los registros muestran que, desde la
década de 1970, la circunferencia de los árboles amazónicos aumenta en promedio
un 3,3 % por cada década. El dióxido de carbono (CO₂) se ha convertido en un
elemento clave para este fenómeno.
"Esta es una buena
noticia. Con frecuencia escuchamos cómo el cambio climático y la fragmentación
amenazan los bosques amazónicos. Pero, mientras tanto, los árboles en bosques
intactos han crecido; incluso los árboles más grandes han seguido prosperando a
pesar de estas amenazas", explica la profesora Beatriz Marimon, de la
Universidad de Mato Grosso.
Lo más llamativo es que esta expansión no se limita a un tipo de árbol, sino que abarca a todo el ecosistema. Desde las pequeñas plántulas que compiten por la luz hasta los gigantes que dominan el dosel, todos participan de este crecimiento colectivo. Esto contradice la lógica ecológica convencional, que señalaba que únicamente los ejemplares más grandes, con acceso privilegiado a los recursos, deberían obtener ventajas en un entorno cambiante.
El
CO₂ es
veneno o fertilizante?
La explicación se encuentra
en la atmósfera. El incremento constante de dióxido de carbono, visto
generalmente como una amenaza, ha actuado en este caso como fertilizante
natural. Los árboles transforman ese exceso en energía para crecer, un fenómeno
conocido como efecto fertilizante del CO₂.
En un artículo de
SciencePost, explican que los científicos habían considerado tres posibles
escenarios. El primero, llamado “el ganador se lo lleva todo”, proyectaba que
solo los árboles más grandes se beneficiarían, desplazando a los más pequeños.
El segundo, denominado “beneficio limitado en carbono”, proponía lo contrario:
que los jóvenes mostrarían un impulso mucho mayor que los veteranos. Sin
embargo, lo ocurrido corresponde al tercer escenario, descrito como “compartir
los beneficios”. Según este resultado, todos los árboles, sin importar su
tamaño, aprovechan por igual la fertilización atmosférica.
"Sabíamos que la
cantidad total de carbono almacenado en los árboles de los bosques amazónicos
intactos ha aumentado. Lo que este nuevo estudio demuestra es que árboles de
todos los tamaños han crecido durante el mismo período; todo el bosque ha
cambiado", añadió el profesor Tim Baker, de la Universidad de Leeds,
coautor principal del estudio.
La Amazonía como sumidero de
carbono
El crecimiento simultáneo de
millones de árboles convierte a la Amazonía en un sumidero de carbono más
eficiente que antes. Cada tronco que engrosa sus anillos retiene mayor cantidad
de CO₂ en su biomasa, reforzando
así el papel de la selva en la regulación climática global.
Diario La República

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