Advertisement

Main Ad

LORETO: RESCATAR LA AGRICULTURA AMAZÓNICA PARA COMBATIR LA DESNUTRICIÓN Y LA ANEMIA


Escribe: Héctor Minguillo Chanamé.

Hace 51 años, en junio de 1974, el gobierno del general Juan Velasco Alvarado legisló el Decreto Ley 20653, la Ley de Comunidades Nativas y de Promoción Agropecuaria de Regiones de Selva y Ceja de Selva. Este decreto fue derogado en mayo de 1978 por el gobierno del general Francisco Morales Bermúdez Cerruti, que legisló el Decreto Ley 22175, aún vigente, con el mismo nombre.

Los tres primeros artículos del Decreto Ley 20653 fueron integrados en el actual Decreto Ley 22175, y establecen lo siguiente:

Artículo 1.- La presente Ley tiene como finalidad establecer una estructura agraria que contribuya al desarrollo integral de las regiones de Selva y Ceja de Selva, a fin de que su población alcance niveles de vida compatibles con la dignidad de la persona humana.

Artículo 2.- El Estado promoverá el desarrollo de las regiones de Selva y Ceja de Selva mediante proyectos de asentamiento rural.

Artículo 3.- Se entiende por asentamiento rural el establecimiento organizado de personas dedicadas al aprovechamiento integral e integrado de los recursos naturales renovables, mediante sistemas de producción que maximicen la rentabilidad social, económica y ecológica y aseguren un adecuado acondicionamiento del territorio. Los proyectos de asentamiento rural se ejecutarán de acuerdo a Planes Regionales de Desarrollo.

A pesar de que desde 1978 Loreto cuenta con el Canon Petrolero, un porcentaje del cual debería invertirse en el desarrollo de las comunidades nativas, junto con el apoyo de instituciones como la Universidad Nacional de la Amazonía del Perú (UNAP) y el IIAP, la realidad es muy distinta.

No es un secreto que el 63% de los niños en las comunidades nativas, campesinas y ribereñas de Loreto están afectados por la anemia y la desnutrición crónica. Estos resultados se deben precisamente a la falta de aplicación de este Decreto Ley y a que la región dejó de producir su propia agricultura desde 2007, un hecho que afecta gravemente a las familias de los pueblos originarios.

Actualmente, la mayoría de las familias de las nacionalidades amazónicas se dedican a la recolección, la caza y la pesca, actividades ancestrales que, en pleno siglo XXI, necesitan ser superadas. Esto debe hacerse a través del diálogo con las familias en sus territorios para plantearles el paso a una agricultura permanente y sostenible. Una alternativa es el cultivo en parcelas de cinco hectáreas, utilizando sistemas de policultivos.

Hasta 2006, los barreales de nuestra región estaban sembrados con diversos productos agrícolas como arroz, maíz, yuca, frijoles, sandías, zapallos, tomates, pepinillos, ají dulce y plátanos, que se comercializaban en gran cantidad. En el bajo Napo incluso se sembraba yute. Todos estos productos se vendían en el mercado de productores y en el local de Agrícobank.



Las autoridades del gobierno nacional, regional y local tienen la obligación de aplicar las leyes que promuevan el desarrollo en cada región, como es el caso de Loreto, donde los tres artículos del Decreto Ley 22175 establecen las bases para una agricultura que respete nuestra realidad.

La agricultura amazónica es diferente de la agricultura de la costa y los Andes. Nuestras nacionalidades han manejado los suelos en sistemas de policultivos, a diferencia de los monocultivos que requieren de nutrientes químicos.

Nuestra identidad amazónica va más allá de nuestros idiomas ancestrales. Nuestros pueblos tienen una cosmovisión de la vida en la que siempre han cuidado el agua y los recursos naturales de forma racional, de acuerdo con sus necesidades. En sus territorios, han encontrado medicinas y alimentos que les han permitido desarrollarse en toda la Amazonía.

En contraste, la cultura occidental ha visto y sigue viendo a la Amazonía solo como poseedora de los recursos naturales que necesita el avance tecnológico, sin interesarle el impacto en los seres humanos. Un ejemplo de esto fue cuando Fernando Belaúnde Terry ordenó matar con bombas napalm a los pueblos originarios matsés del río Yavarí en 1974, quienes defendían sus bosques de los depredadores.

En el bajo Napo, las campesinas se dedicaban a la siembra de arroz carolino en las restingas medias y altas, así como de maní y arroz en barreales, cuyas semillas eran comercializadas al INIA para promover la agricultura. También manejaban los rodales naturales de camu camu y palmito. En otras palabras, es el momento de revertir la situación negativa que enfrenta Loreto.

Nuestra identidad amazónica nos exige proponer un currículo educativo acorde a la realidad de cada una de nuestras nacionalidades y de los pueblos ribereños, así como promover el manejo de frutales nativos como el aguaje, el caimito, el ungurahui, entre otros.

Debemos exigir a las autoridades nacionales y regionales que se empiece a tratar a las familias afectadas por metales pesados debido a los derrames petroleros, así como a todas las personas afectadas por el mercurio.

Nuestra identidad amazónica, desarrollada ancestralmente por nuestras nacionalidades en sus territorios, debe ser la base para poner en práctica todas las leyes y avanzar hacia un proceso de desarrollo que sea coherente con nuestra propia realidad.

Publicar un comentario

0 Comentarios