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BUSCANDO EL BIENESTAR PERDIDO

Muchas personas sienten que algo les hace falta para ser felices, y para llenar este vació recurren a cosas que solo ofrecen un alivio temporal: el trago, la comida,  el trabajo , el dinero, la bĆŗsqueda de una “conexión sexual perfecta”, la droga, el tener siempre la razón, etc.  Algunos utilizan estos artificios de vez en cuando, pero otros, que sienten mĆ”s fuerte la angustia, se convierten en adictos. Y conforme que la adicción va en aumento, la satisfacción lograda es progresivamente menor. Se ha observado que hay cada vez mĆ”s personas esclavizadas a un creciente nĆŗmero de adicciones.  Puede haber muchas explicaciones ofrecidas sobre las causas de este fenómeno, una fue vertida por la Antropóloga, JEAN LIEDLOFF, en su  libro titulado EL CONCEPTO DEL CONTINUUM, EN BÚSQUEDA DEL  BIENESTAR PERDIDO.  En esta obra ella describe cómo las experiencias de los primeros meses de vida del ser humano, tanto dentro como fuera del vientre, contribuyen a esta sensación de vacĆ­o. A continuación se presenta un resumen de las ideas de la Autora.

LO QUE “DICE” EL INSTINTO DEL BEBƉ

Durante los primeros nueve meses dentro del vientre de su mamĆ”, el bebĆ© disfruta de un ambiente casi perfecto, con sus necesidades bĆ”sicas de protección, calor y alimentación, proporcionadas gratuitamente. Salvo de un accidente no previsto o por el descuido de la mamĆ” (al fumar, tomar bebidas alcohólicas,  ignorar que estĆ” infectada del SIDA, etc.), goza de una Sensación De Bienestar Permanente. Pero, en el momento de nacer, el bebĆ© experimenta abruptamente sensaciones desagradables: la expulsión del vientre, el paso por un canal estrecho, y finalmente, la separación del cuerpo de su mamĆ”. Se encuentra en un ambiente  desconocido y frĆ­o que le aterroriza. Luego de estas experiencias traumĆ”ticas, el neonato anhela recobrar el bienestar vivido dentro de su mamĆ”. Entonces, para restablecer la conexión de seguridad y confort, el mejor espacio para aliviar esta angustia es el regazo de su mamĆ”.  Si bien es cierto que la nueva conexión es externa, y por ende diferente, en mucho se parece al vientre, porque el bebĆ© vuelve a sentir la piel, el calor y los latidos del corazón de su mamĆ”, y sigue alimentĆ”ndose directamente de su cuerpo.  AdemĆ”s, es un momento preciso para que la mamĆ” renueve su relación Ć­ntima con su bebĆ©.


Luego de este momento Ć­ntimo de reconexión entre el bebĆ© y su mamĆ”, se toman decisiones sobre el cuidado del bebĆ©.  ¿QuiĆ©nes son las personas mĆ”s indicadas para decidir: el mismo bebĆ© u otros: papĆ”s, mĆ©dicos, enfermeras, el reglamento del hospital, especialistas sobre la crianza de bebĆ©s, etc.? En su concepción el bebĆ© ha recibido, como herencia innata de la Naturaleza, un conjunto de aprendizajes (instinto) que sus antepasados han adquirido y reforzado a lo largo de millones de aƱos de la Evolución. No se trata solo de sus antepasados humanos, sino de formas de vida anteriores, especialmente de los mamĆ­feros, que criaban y siguen criando a su prole con atención continua para lograr su independencia. Estas enseƱanzas tienen por lo menos dos objetivos: el bienestar del bebĆ© e indicadores para sus cuidadores sobre cómo responder a sus necesidades. Si se aplican estos aprendizajes correctamente, el bebĆ© se criarĆ” sereno y tranquilamente. Si no, experimentarĆ” angustias tanto fĆ­sicas como emocionales.

Para responder adecuadamente a las necesidades que el bebĆ© tiene, a los cuidantes les toca percibir, discernir y poner en prĆ”ctica lo que el bebĆ© comunica, no con palabras habladas ni escritas, sino con sus expresiones sonoras y estados corporales, como por ejemplo: su sonrisa o cara angustiada, sus balbuceos o llantos, su cuerpo relajado o estirado, su cabeza tranquila o con movimientos rĆ”pidos de una lado a otro, etc. Es como si el instinto fuera un manual, leĆ­do a travĆ©s del bebĆ©, enseƱando buenas prĆ”cticas sobre su crianza. Luego se seguirĆ” reforzando la sensación de bienestar dentro de los abrazos de los cuidadores principales de la familia (mamĆ”, papĆ”, abuela, abuelo, hermanas o hermanos, tĆ­as, tĆ­os,).  No es cuestión de devaluar los conocimientos del razonamiento humano sobre el desarrollo del bebĆ©, logrados a lo largo de miles de aƱos, sino  es menester confrontarlos con los aprendizajes dictados por la Naturaleza a lo largo de muchos millones de aƱos de la evolución. Y si hay discrepancias habrĆ­a que darle preferencia a la sabidurĆ­a natural.

LOS CRITERIOS DE ADULTOS  

Frecuentemente los criterios de adultos no toman en cuenta las enseƱanzas del instinto. Muchos temen que una atención del tipo anteriormente descrito perjudicarĆ” al bebĆ©, creando en Ć©l/ella una actitud de engreimiento y dependencia, que tendrĆ” a sus cuidadores esclavizados a sus caprichos. Pero los anhelos del bebĆ© no son caprichos, sino  manifestaciones de los requerimientos indispensables para su buena crianza  durante esta etapa de la vida. Es decir, el proceso del desarrollo del bienestar no ha terminado con el nacimiento, sino aĆŗn hace falta aplicar mĆŗltiples caricias a lo largo de 6 a 8 meses para lograr una sensación sólida y permanente de bienestar. ¿Cómo se sabe que el bebĆ© ha recibido su cuota de caricias? Se darĆ” cuenta por la observación.

Habiendo recibido el cumplimiento el cariƱo necesario durante esta etapa, el bebĆ©, poco a poco,  asumirĆ” una buena base para independizarse de sus cuidadores para luego absorber aprendizajes de su entorno a una velocidad increĆ­ble. Si el bebĆ© no recibe una cuota suficiente de caricias, pasarĆ” el resto de su vida sintiendo que su valor personal es bajo o nulo, y se harĆ” sobre dependiente de sus cuidadores para solucionar sus problemas. Cuanto mayor es el dĆ©ficit, mayor es el sentimiento de minusvalĆ­a creado.


Con referencia al tema del aprendizaje, la Autora hace hincapiĆ© en la importancia de una cercanĆ­a Ć­ntima y constante entre los niƱos y sus cuidadores, por medio de la cual ellos, por ósmosis, aprenden cómo sus mayores enfrentan y solucionan problemas. Luego solos y solas asumirĆ”n estos aprendizajes, sin la necesidad de tener que dictar muchas instrucciones orales o amenazarles con castigos para cumplir con sus cuidados corporales, sus estudios y deberes de la casa, entre tantas otras buenas prĆ”cticas que los cuidadores pueden comunicar con su ejemplo. El ejemplo es un excelente medio para enseƱar, porque no solo transmite quĆ© hay que hacer sino cómo hacerlo. A lo largo de toda la vida, el mejor material didĆ”ctico que hay para lograr aprendizajes significativos es el buen ejemplo, especialmente Ć©l que los papĆ”s les dan a su prole en las primeras etapas de su desarrollo personal. Las palabras sin ejemplo frecuentemente son vacĆ­as y no convencen. Por ejemplo, si los papĆ”s advierten a sus hijos e hijas que no deberĆ­an fumar cigarrillos, pero ellos mismos fuman, sus consejos caen en oĆ­dos sordos.  

BUSCANDO EL BIENESTAR PERDIDO

Para las personas que no han adquirido un buen estado de bienestar en la primera etapa de la vida, ¿hay esperanza para que recuperen lo que les hace falta? Dice la Autora que sĆ­, pero advierte que el camino no es fĆ”cil, especialmente para los adictos, porque cuanto mayor es el dĆ©ficit, mĆ”s difĆ­cil es el proceso de recuperación. AdemĆ”s hay un factor social que exacerba esta aflicción social: los comerciales que, para vender productos de efĆ­mera calidad, consciente o inconscientemente refuerzan las adicciones.  

Los que sienten un vacĆ­o en sus vidas tienden a llenar sus mentes con pensamientos conflictivos relacionados con sus adicciones, su trabajo, su familia y otros aspectos de la vida cotidiana, de tal manera que se sienten mentalmente agobiados.  ¿QuĆ©  pueden hacer ellos y ellas para contrarrestar esta tendencia? La Autora sugiere varias buenas prĆ”cticas: la oración, la meditación y la contemplación en las cuales se dejan de lado todo pensamiento para conectarse con las sensaciones del cuerpo y las emociones (tanto las positivas como las negativas).  De esta manera se revive el tiempo dentro del vientre cuando el bebĆ© sentĆ­a bienestar y no sufrĆ­a de conflictos mentales. Se puede apreciar que estas buenas prĆ”cticas sirven muy bien a los creyentes en Dios para abrirse a las caricias de su Amor Gratuito para reponer el afecto que les hace falta y pedirle el coraje y  la fuerza para dejar los “bastones” que no sirven.

Otras buenas prĆ”cticas sugeridas en el Libro para despejar la mente son: disfrutar de los sabores deliciosos de la comida, agradeciendo a Dios por el sentido del gusto;  participar plenamente en actividades fĆ­sicas (el baile, los ejercicios de yoga, el deporte, las caminatas, las reuniones con amigos, los juegos de sala, la mĆŗsica, etc.), en las cuales la mente se concentra en una sola cosa. Si creemos que Dios estĆ” en todo, y que Ɖl/Ella desea que gocemos de la vida, ¿por quĆ© no podemos sentir su presencia en toda actividad? Si en todo lo que hacemos estamos conscientes de Dios, ¿no estamos rezando?

En la parte final de su Libro la Autora explica que la vida es un solo proceso que se compone de varias etapas, es decir, es un continuum, en el cual cada etapa tiene un contenido a lograr. La primera etapa en el vientre y durante el cuidado posnatal, tiene por finalidad la adquisición de una sensación de bienestar inquebrantable. Hay otras etapas, también necesarias, como por ejemplo: el gateo, el caminar, el hablar, la escuela, el despertar de la sexualidad, etc. Cada una tiene su cuota de desarrollo necesaria para asumir los desafíos de la siguiente etapa. En cada etapa juegan un papel los aprendizajes innatos (instinto) y los adquiridos por la experiencia. Durante las mÔs tempranas etapas prevalecen los instintivos; mientras en las posteriores, la experiencia adquirida cobra una importancia cada vez mayor.

Escribe: Hermano James (Diego) Glos Olszewski

Congregación de Hermanos Peruanos en el Perú

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